martes, 24 de septiembre de 2013

Trastorno por déficit de naturaleza

«Hasta hace 30 años, los niños jugaban entre los árboles o en el campo. Los niños de hoy ya no pueden tener los pies llenos de barro, correr hasta horizontes lejanos, colgarse de un árbol o recrear mundos con lo que hay disponible en la naturaleza. En solo dos generaciones, la infancia ha perdido su legado más preciado: el juego que se inventó hace decenas de miles de años

En los ambientes controlados no hay verdadera experimentación. Aunque precisamente el riesgo es lo que los padres desean evitar, es lo que más nos enseña y estimula la creatividad cuando se trata de encontrar soluciones
» Richard Louv

Richard Louv es periodista y autor de ocho libros sobre las conexiones entre la familia, la naturaleza y la comunidad. Su libro "El último niño en los bosques" ha estimulado un diálogo internacional sobre la relación entre los niños y la naturaleza. Louv es también el presidente fundador de los Niños y la Naturaleza en red www.childrenandnature.org , una organización que ayuda a construir el movimiento para conectar a los niños de hoy y de las generaciones futuras para el mundo natural. Louv acuñó el término Trastorno por Déficit de Naturaleza, que se ha convertido en la frase de la definición de este tema tan importante.

«Cuanta más tecnología usamos, más necesitamos la naturaleza»

FUENTES TEXTO  IMÁGENES RATONES  RICHARD LOUV

martes, 10 de septiembre de 2013

"Carta a quien pretenda enseñar" Paulo Freire

<<(...) la tarea del docente, que también es aprendiz, es placentera y a la vez exigente. Exige seriedad, preparación científica, preparación física, emocional, afectiva. Es una tarea que requiere, de quien se compromete con ella, un gusto especial de querer bien, no sólo a los otros sino al propio proceso que ella implica. Es imposible enseñar sin ese coraje de querer bien, sin la valentía de los que insisten mil veces antes de desistir. Es imposible enseñar sin la capacidad forjada, inventada, bien cuidada de amar. (...)

Es preciso atreverse en el sentido pleno de esta palabra para hablar de amor sin temor de ser llamado blandengue, o meloso, acientífico si es que no anticientífico. Es preciso atreverse para decir científicamente, y no bla-blablantemente, que estudiamos, aprendemos, enseñamos y conocemos con nuestro cuerpo entero. Con los sentimientos, con las emociones, con los deseos, con los miedos, con las dudas, con la pasión y también con la razón crítica. Jamás solo con esta última. Es preciso atreverse para jamás dicotomizar lo cognoscitivo de lo emocional. Es preciso atreverse para quedarse o permanecer enseñando por largo tiempo en las condiciones que conocemos, mal pagados, sin ser respetados y resistiendo el riesgo de caer vencidos por el cinismo. Es preciso atreverse, aprender a atreverse, para decir no a la burocratización de la mente a la que nos exponemos diariamente. Es preciso atreverse para continuar cuando a veces se puede dejar de hacerlo, con ventajas materiales.

Sin embargo nada de esto convierte la tarea de enseñar en un quehacer de seres pacientes, dóciles, acomodados, porque son portadores de una misión tan ejemplar que no se puede conciliar con actos de rebeldía, de protesta, como las huelgas por ejemplo. La tarea de enseñar es una tarea profesional que exige amorosidad, creatividad, competencia científica, pero rechaza la estrechez cientificista, que exige la capacidad de luchar por la libertad sin la cual la propia tarea perece.>>


Paulo Freire. Cartas a quien pretenda enseñar