
No nos paramos a ver y admirar a ese antiguo compañero o compañera que lleva más de veinte o treinta años enseñando a miles de alumnos. Colegas que han pasado también momentos difíciles en la profesión docente. Profesores acostumbrados a compartir, trabajar codo con codo, a enseñar de forma pausada. Docentes forjados más con la experiencia que con la titulitis actual. Compañeros siempre dispuestos a ayudarte y que les interesa más tu persona que tu posible influencia.
Gente auténtica. Profesores antiguos, espejos donde mirarnos.
photo credit: Gabriela Camerotti via photopin cc
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